[Artículo] Una aproximación al movimiento auténtico: del cuerpo a la consciencia

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Artículo para la revista de la AETG 2017 (Asociación española de terapia gestalt), Movimiento vital.

Un día tuve la suerte de trabajar con un coreógrafo, Alexis Eupierre, que utilizaba el Movimiento Auténtico para que los bailarines nos pusiésemos en relación íntima con nosotros a la hora de improvisar y que los materiales que se rescataran para que posteriormente se creara una coreografía, estuvieran relacionados con nosotros mismos. Moverme y salir a escena con mi propio movimiento le daba un sentido a mi profesión que anteriormente se escondía debajo del reto de imitar y reproducir movimientos de otros. Desde entonces, mi investigación y mi interés por esta práctica aumenta, se afina y en el proceso me encuentro con diferentes maestros, con los que profundizo tanto en la posibilidad creativa de la disciplina, en su potencial terapéutico, así como en su aspecto de desarrollo de la conciencia, que es donde radica su esencia. De esta manera descubro la actitud de entrega al vacío, al silencio, sin ninguna pretensión más que la de estar presente y ofrecer un espacio tiempo a mi alma, a mi cuerpo. Y es en este presente donde se da la posibilidad de que emerjan a la conciencia aspectos que hasta ese momento eran inconscientes y experimento poder ser con lo que hay.

Desde un principio Movimiento Auténtico para mi es como meditar, pero con la posibilidad de ser movida y moverme en base a lo que vaya sucediendo en mi interior.

En una sociedad donde somos impactados de manera constante por todo tipo de estímulos (sonoros, visuales, táctiles, etc.), la experiencia de concederte un tiempo y un espacio donde el único estímulo eres tú mismo y lo que vaya surgiendo, es para muchos, nuevo, a veces vertiginoso, pero siempre impactante, y sanador. Si escuchamos una música que hace un efecto en mí, me anima a bailar, o me conecta con una emoción, o me recuerda una experiencia pasada o me genera imágenes, etc. Pero cuando prescindimos de proporcionar estímulos externos, teniendo como único sonido el silencio y los producidos por las personas con las que estoy compartiendo el espacio vacío, moviéndose también con ojos cerrados como yo, mi percepción se amplifica. Aparece del interior mi propia música, mi propio ritmo, una emoción latente en mí, deseosa de fluir, imágenes que el inconsciente o mi memoria guardaban para un momento así, vacío, lleno de permiso, donde no estoy siendo bombardeado y afectado por el exterior. Yo soy, mi propio estímulo, dejándome mover desde ahí.

Escapar de nosotros mismos, evitar el contacto real con lo que nos pasa, con como estamos de verdad en nuestras vidas, lo podemos hacer conscientemente o sin darnos cuenta. Bien arrastrados por la inercia tecnológica y estímulos tan prácticos para la evasión como puede ser la televisión o cualquier otro medio o bien con el uso de sustancias, el alcohol, la continua actividad social e incluso el trabajo. Aquí lo necesario y rico de concedernos un espacio de inmersión en el vacio, en el silencio, hacer una parada, deternos y entregarnos a la experiencia del Movimiento Auténtico.

Esta práctica permite en lo cotidiano ser más autónomos y conscientes a la hora de dejarnos afectar por el estímulo externo, o de entrar en patrones mecánicos de acción en relación al mundo externo por tendencia.

En mi caso descubrí el Movimiento Auténtico en un contexto profesional creativo; ahí me di cuenta de lo interesante que resulta explorar e investigar cómo puedo estar en contacto conmigo como cuando estoy con ojos cerrados, abriendo mi campo visual e integrando el espacio y al grupo en mi experiencia. Y poder observar como soy de fiel a lo que siento, a lo que me pasa, noto, al tiempo que recojo desde la ventana de mis ojos, consciente de habitar un espacio, con sus características y la presencia de otros en movimiento.

Se dice que un bailarín en un escenario, moviéndose vertiginosamente, pero sin habitar su cuerpo y sin sentir cada poro de su piel y su río de emociones es menos visto, está menos presente, que otro que está conectado internamente consigo y atraviesa el escenario con lentitud, estando en cada paso.
En el primero, hay ejecución, en el segundo hay vida. Creo que en la vida es igual, no tanto por ser más o menos vistos desde nuestra presencia, sino más bien desde sentirme PRESENTE que estoy más en la vida.

HABITAR EL CUERPO: CONEXIÓN Y PRESENCIA

Resulta sanador, ser cuerpo, estar en el cuerpo, vivir desde el cuerpo. Establecer una relación íntima con mi propio hábitat. Un cuerpo despierto, que me habla, que me pide. Que me lleva allí donde necesito, ahí donde me va a hacer bien. El Movimiento Auténtico nos ofrece un espacio/tiempo para posibilitar la AUTORREGULACIÓN DEL ORGANISMO y que se completen procesos. Y esto, desde la vivencia de ser nada más y nada menos que cuerpo; significa que hay sesiones, por ejemplo, donde tu energía igual está en exceso en la cabeza, en forma de pensamientos rápidos, acelerados o repetitivos. En el espacio/tiempo del movimiento, el mero hecho de abrir la atención al resto del cuerpo, normalmente tiene como efecto que la energía se distribuya, y que el fenómeno neurótico se calme. Experimentamos la vida más allá de lo que pensamos. Dejamos el solo pensar para existir, y pasamos a sentir la vida latente en nuestro ser. Nuestra mente, a menudo cree saber muy bien lo que necesitamos. Pero cuando delegamos esta misión a todo el cuerpo, en profunda conexión con el sentir, y seguimos los impulsos que surgen desde aquí, entregándonos a la sorpresa, nos encontramos con sorpresas. Igual el cuerpo necesitaba descansar, o ir lento, o expresar un movimiento emocional interno al que no se le había brindado un espacio para su expresión, que sólo desde la mente, no hubiese podido suceder. La sensación posterior al movimiento, si me he dejado fluir, es de bienestar y plenitud. Cuando cohibimos, boicoteamos, hacia donde el cuerpo necesita ir, ( bien por juicios, o mucha necesidad de control ), la sensación posterior a la experiencia es parecida a un coitus interruptus. La satisfacción no es plena, como cuando una gestalt no se ha acabado de cerrar.

El que se posibilite que el cuerpo se habite y se autorregule según lo que necesita en cada momento, también facilita que la mente y el cuerpo emocional lo hagan, dando presencia y coherencia a los tres centros. Y desde este contexto es donde se permite que el cuerpo sea cuerpo. Tambien en la mente se va a generar espacio, silencio y presencia.

¿Y de qué me sirve todo esto en la vida real? Tal como la Gestalt trabaja, queda un registro sensible de cómo es estar en el cuerpo, cómo es estar con la atención ampliada y la conciencia abierta para la vida. Fenomenológicamente, experimentar de manera continuada desde el Movimiento Auténtico hace que podamos desarrollar nuestra presencia, en el aquí y ahora. Y con ello responsabilizarnos de lo que nos pasa, desde como habitamos nuestro cuerpo y caminamos, con la confianza puesta en la escucha de nosotros mismos.

El Movimiento Auténtico también nos brinda la posibilidad de captar nuestras voces internas, que critican, enjuician, analizan e interpretan el fluir de la experiencia. Sobre todo en los comienzos en esta práctica.

Pongo un ejemplo:

Todo el grupo se está moviendo con ojos cerrados, y en un momento dado se produce un contacto entre dos participantes; A- Acepta, recoge este contacto, y observa y escucha si ahora quiere, le apetece, le hace bien quedarse en él. B- Le impacta el contacto, le desconecta de la sensación. Comienza la lluvia de pensamientos; «Uhiiii! ¿Qué hago ahora?», « ¿Debo quedarme, irme?», « ¿Nos están mirando?», « ¿Es hombre o mujer?», « ¿Abro los ojos para ver quién es?», « ¿Es correcto dejarme llevar por el impulso de abrazarle?» etc., etc…

La experiencia se transforma en su mayor parte en mental, en el sentido de que estoy siendo arrastrado por la cadena de pensamientos sin que me dé cuenta. Lo bueno es observarlo. Observar que ya no estoy en el cuerpo, y que la cabeza más que participar en la experiencia de contacto, ampliando mi atención en el sentir y en la escucha de los movimientos internos, lo que hace es cuestionar, juzgar, analizar, etc. No es un rechazo al plano mental, sino que la consciencia pasa por dar presencia a los tres centros básicos. Lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos.

Como digo a la gente con la que practico, “no hay un se hace bien o mal Movimiento Auténtico”. Sí que es rico, en la posibilidad de observar la diferencia cuando te entregas a la experiencia conscientemente o cuando diriges desde la voluntad, o cuando un pensamiento distrae, interrumpe, no aporta y te saca de ser cuerpo y ser movido desde éste.

Para que esto suceda, es imprescindible estar habitando el cuerpo y abrirme, entregarme a que la experiencia interna me mueva. Esta actitud de entrega en oposición a una de control, requiere permanecer en escucha y con la atención ampliada, para dejar que algo suceda. Algo, que no preveo, algo que me sorprenda, algo inconsciente que se hace consciente. Desde este lugar aparece el impulso, el cual sigo, y así en cada instante, aquí y ahora, en cada segundo de la experiencia.

Para entender mejor cómo sería moverme desde la voluntad, puedo decirle al cuerpo que hacer. La mente aquí, tiene rienda suelta para el juicio, la crítica, lo cual no nos interesa. Si nos abrimos a que la experiencia sea como tiene que ser, es preciso delegarnos al cuerpo y que la mente trabaje únicamente con la intención de que la atención esté despierta, y no como un comentarista de la jugada o un director de escena ordenando.

ORÍGENES Y LA RELACIÓN CON LO TERAPÉUTICO

Entre los años 50 y 70 Mary Whitehouse, bailarina, docente y pionera en dance/movement therapy, estaba interesada en descubrir y comprender aquello que mueve a la persona desde dentro. Aspiraba a integrar conocimientos relativos al movimiento y al cuerpo, basados en principios de la psicología analítica de C. G. Jung. Nació así la disciplina de Movimiento Auténtico, expresándose en sus orígenes su gran valor terapéutico. Parafraseando a Mary Whitehouse, para poder sentir el movimiento y ser uno con él, debemos encontrarlo en el cuerpo, no puede ponerse desde afuera como un traje. Nos ponemos en la situación siendo por completo cuerpo, con ojos cerrados, nos dejarmos mover por contenidos que puedan emerger del inconsciente o por sensaciones físicas o emociones o imágenes que voy percibiendo al estar en contacto con mi ser.

El origen del Movimiento Auténtico está relacionado con los principios del Psicoanálisis, por el interés y conocimientos de su precursora en esta corriente. Las semejanzas están en que en Movimiento Auténtico el que se mueve, ( llamado “Mover”) no ve al testigo, y también en que usamos y desarrollamos la «asociación libre»; el psicoanálisis verbalmente y en Movimiento Auténtico de manera no-verbal. En ambas disciplinas facilitamos un espacio para que elementos del inconsciente se hagan conscientes.

También en la siguiente cita Janet Adler, ( discípula directa de Mary Whitehose . Fundadora y directora de la primera escuela de Movimiento Auténtico , “The Mary Stark Whitehose Institute”en 1981 ) apunta hacia el claro potencial transformador de la disciplina.

“Tanto si el desafío respecto a lo desconocido sucede a través de la corporación de la conciencia personal o colectiva, el proceso evolutivo que está viviendo cada uno, como pacientes, terapeutas, artistas, buscadores, se refiere al poder transformador del sufrimiento. La tarea de reconocer, escuchar y luego confiar en nuestra/o guía interior, es por definición, arduo trabajo. La mayor parte del trabajo en Movimiento Auténtico es difícil, doloroso, redundante y frustrante. Implica esconderse, arriesgarse, la posibilidad de un Insight prematuro y la parálisis, tanto como la recompensa. Cuando funciona, como cuando funciona una pieza de arte, la claridad y la simplicidad – el don de la integridad – son supremas”

(Janet Adler). Cita sacada del artículo (Quien es testigo. Una Descripción de Movimiento Auténtico- Janet Adler.) y traducido por Karin Fleischer.

MOVIMIENTO AUTÉNTICO Y MEDITACIÓN

Así como hay una clara relación de lo metodológico entre Movimiento Auténtico y Psicoanálisis, existe el claro vinculo con la Meditación, incluso llegando a convertirse el Movimiento Auténtico en una forma de Meditación.

Janet Adler en sus investigaciones iniciale ya se empieza a dar cuenta de que el marco referencial psicodinámico de la estructura egoica era sólo un aspecto, y que esta resulta ser limitada. Observa que se necesita una forma más amplia a partir de la cual poder comprender este proceso. Se empieza entonces a articular la relación entre Movimiento Auténtico y la Práctica Meditativa con sus raíces en la filosofía Oriental.

En ambas disciplinas atendemos la relación existente entre acción y observación. En meditación el testigo y la actividad son internos, el meditador no mueve activamente su cuerpo aunque su experiencia del mismo, la conciencia de este y sus sensaciones están presentes. Se coloca en un lugar de observación sin distracciones de su cuerpo y su mente.

La disciplina de Movimiento Auténtico, en un nivel básico, es respecto a la relación entre dos personas, el Testigo y el Mover.

En Movimiento Auténtico, siendo “mover”, ejercitamos la mente testigo, la mente activa, el observador interno, al tiempo que tengo permiso y dispongo de la libertad de ser movido por lo que observo, siento. Sostenido por la mirada del “testigo externo”, que a su vez está en una frecuencia meditativa, en quietud y observándose a si mismo, al tiempo que ofrece su mirada al “mover” y está abierto al impacto creado por lo que ve.

En ambas disciplinas, Movimiento Auténtico y Meditación, entrenamos una escucha profunda y desarrollamos una mente consciente. La diferencia principal es que en Meditación la postura corporal es específica y en Movimiento Auténtico esto no existe. El cuerpo reposa, se estira, se retuerce, llora, ríe, juega, descansa, y así hasta el infinito, en conexión con lo que mi mente consciente observa, y mi cuerpo, mi ser siente.

En ambas disciplinas trabajamos para el desarrollo de la mente observadora (testigo interno), para ganar conciencia y claridad en cómo nos relacionamos con lo interno, y al tiempo, estando en relación y en contacto casi continuo en lo cotidiano con lo externo.

LA PRÁCTICA: EL VALOR ESENCIAL DEL TESTIGO

En Movimiento Auténtico hay una relación entre el que se está moviendo con ojos cerrados “mover” y el que atestigua o ve el movimiento de este, el “testigo”. Este roll brinda al “mover” la seguridad y la contención, necesaria en todo ser humano, para poder entregarse y abrirse a explorar lo desconocido y poder ser con lo que hay, sin el filtro cotidiano de lo que está bien o mal hecho, de lo que es bonito o feo. Sin la exigencia de que este movimiento sea visible o invisible. Simplemente SOY.

El testigo, no solo brinda su mirada, al tiempo está PRESENTE y atento a su experiencia interna, a lo que siente, piensa, etc., en relación a lo que está viendo del movimiento del “mover”. Así pues el testigo es responsable de mirar al “mover” y también de sí mismo.

Después de la experiencia de movimiento, “mover” y “testigo” se suelen reunir. Una de las maneras en las que el “mover” trae al presente la experiencia es precisamente hablando en forma presente. El “testigo” deja que el “mover” recorra de principio a fin el tiempo que estuvo moviéndose desde la memoria. Se encuentran situados uno en frente del otro. El “mover” va nombrando, y dejándose sentir al tiempo que nombra.

Nombrar en presente, aquí y ahora, puede posibilitar una comprensión, (insight) o permitir transitar de nuevo una emoción que aún tenía necesidad de seguir siendo expresada, vivida. A veces este rastreo tiene lagunas, uno no recuerda todo, pero lo que tiene que ser nombrado y traído a la consciencia, era lo justo y necesario, por eso prescindimos de cualquier tipo de exigencia en este momento de nombrar. Tras unos minutos habiendo estado moviéndome con ojos cerrados, estamos en un estado muy vulnerable, delicado, a veces todavía transitando entre el dentro y fuera, estado que hay que cuidar y respetar.

Es importante recordar que el “mover” es el protagonista, para que la integración de la experiencia a la consciencia desde el lenguaje sea lo más cuidadosa y efectiva. Esto es algo que aprendí y en lo que sigo profundizando, desde la transmisión de Betina Waissman, con la que tengo el placer de practicar desde hace ya unos años, y desde la experiencia con mis grupos y pacientes. El “testigo” sólo escucha. Y sólo después de mucho tiempo de práctica el “testigo” puede empezar a ofrecer, hacer feedback al “mover”. ¿Por qué? Pues para interferir lo menos posible, para no colorear la experiencia del “mover” con algo que no es necesario y resta, saca, del proceso de integración. Esta manera de «dar forma» a lo sucedido, es un paso necesario, ya que aún las experiencias más fuertes pueden regresar al inconsciente cuando no son cuidadosamente integradas en la consciencia.

Explorar este roll, entrenar esta mirada siendo “testigo”, supone desarrollar un finísimo trabajo que implica: ajustarse a las devoluciones que puedo ofrecer a mi compañero después de haberse movido, sin restarle protagonismo, sin interrumpir el proceso de traer a la consciencia y al momento presente lo vivido en el movimiento, conseguir ser justo, y no llenarle de mis interpretaciones, mis proyecciones, ser concreto. Este entrenamiento, proporciona calidad al que se dedica profesionalmente a lo terapéutico, al acompañamiento de otros en sus procesos. Y además aporta nitidez en como empleo mi lenguaje, las palabras, y ser capaces de apreciar que es tuyo y que es mío. Que es lo que veo, y que es lo que estoy fantaseando respecto a lo que veo.

También existen otras maneras para la recogida de lo experimentado anteriormente. Lo podemos hacer mediante la escritura automática, la pintura, el dibujo, la palabra o la danza. Así evocamos la experiencia efímera, le damos forma. O también podemos usar este «dar forma» para seguir con el flujo de la experiencia simplemente cambiando el vehículo de expresión, y de esta manera terminar de completar una gestalt.

Y, es así, a través de sucesivas experiencias, de moverme con ojos cerrados sintiéndome aceptado por el “testigo”, sin juicios, proyecciones, ni interpretaciones, que puedo a comenzar a internalizar esta función, facilitando así el desarrollo de mi propio “testigo interior”.

Janet Adler expresa que este proceso «parece suceder del mismo modo que un bebé sin aun sentido propio de su persona, lo comienza a desarrollar a partir de la relación con su madre», pudiendo internalizar la experiencia de ser aceptado como uno es. Esta aceptación incondicional y presencia es la que brinda el “testigo” al “mover”. El “testigo” ofrece un espacio de confianza y seguridad para que con toda libertad el“mover” se pueda entregar a sus propios impulsos. Y así ambos pueden realizar un trabajo de reconocimiento, diferenciación e integración de todas las sensaciones, imágenes y emociones que vayan emergiendo en la experiencia. En resumen, trayendo a la luz de la conciencia, “mover” y “testigo”, transitan por su propio camino posibilitando la transformación y el autodescubrimiento.
¿Puede uno alguna vez prácticar movimiento auténtico sin testigo?

Cuando el contexto en el que realizamos Movimiento Auténtico tiene un próposito terapéutico la existencia del “testigo” es esencial. Abrirse a la experiencia de encontrarse con lo desconocido, y a la posibilidad de que elementos del inconsciente emerjan puede dar miedo, vértigo, respeto; además el desarrollo de un buen “testigo interno” aún está en proceso. Por eso la mirada del “testigo” o terapeuta que está presente es fundamental, lo cual proporciona lo que todo ser humano necesita para su evolución: Sentirse contenido y seguro.

Se asemeja al desarrollo del sí mismo en el transcurso de nuestra infancia hacia la madurez. Una de las primeras experiencias siendo bebés es ser mirado/a por nuestros padres para después poder mirarnos a nosotros mismos.
En Movimiento Auténtico, sucede que “no puedo mirarme a mí mismo/a aquí. Primero, tú me miras así como soy en este espacio desconocido, luego empiezo a mirarme a mí misma en forma nueva”. Mirarme a mi mismo en Movimiento Auténtico, o lo que llamamos desarrollar un buen “testigo interno” solo es posible despues de muchas experiencia de haber sido mirado por mi “testigo”. Lo cual posibilita con el tiempo ser testigo de otro. Y asi, sucesivamente.

“Este texto es una elaboración propia a partir del un articulo (Quien es testigo. Una Descripción de Movimiento Auténtico- Janet Adler.) y traducido por Karin Fleischer.”

MOVIMIENTO AUTÉNTICO Y CREACIÓN

Por otro lado, el Movimiento Auténtico ayuda a diversos bailarines y coreógrafos (entre ellos, yo misma) a explorar e investigar en la improvisación y sirve como herramienta para la creación, sobre todo en el terreno de la Danza contemporánea.

Quiero destacar el trabajo de K.J Holmes y D.D. Dorvillier en Nueva York, con las que he tenido el privilegio de trabajar en el pasado.

Holmes, bailarina, cantante, actriz y profesora de la New York University empezó a investigar acerca del proceso de movimiento e improvisación en 1981 y llegó al Movimiento Auténtico, utilizándolo como herramienta para la improvisación. Y D.D Dorvillier desde 1989 ofrece Movimiento Auténtico en sus workshops para bailarines a la primera hora del día, momentos que ella llama de «moving with eyes closed», un Movimiento Auténtico orientado hacia la creación e investigación del movimiento. Dorvillier recomienda a todos los profesionales de la danza a que practiquen Movimiento Auténtico antes de empezar con el proceso creativo como forma de incluir el estado interno de los bailarines en la construcción de las coreografías.

Voy a presentar a continuación una sesión de Movimiento Auténtico y Creación.

En el comienzo de una sesión de este tipo y antes de entrar a hacer Movimiento Auténtico, dedicamos un tiempo a habitar el cuerpo, sentirlo, moverlo, para aumentar la percepción de la experiencia interna (sensaciones, emociones, imágenes, pensamientos, etc.) con el objetivo de encontrar una manera más consciente de movernos.

La utilización del Movimiento Auténtico posteriormente, puede ser realizado en silencio o aprovecharlo para la exploración del movimiento con música, con ojos cerrados o abiertos. Tras la aplicación o no de un estímulo externo se observa la recepción y reacción a este estímulo y su relación en cómo afecta este en el Movimiento Auténtico.
De esta manera, lo que se pretende es poder llevarse la experiencia a la improvisación con ojos abiertos, y conseguir que no haya conflicto entre la vivencia interna y la expresión de esta hacia afuera. Donde el fuera y dentro conviven amablemente y donde la mente solo trabaja de manera constructiva y aportando consciencia.

De esta manera estamos creando la oportunidad y el espacio para «darnos cuenta» de qué tipo de relación establecemos entre lo que nos sucede, como nos hace sentir y como nos moviliza y gestionamos este movimiento.

La recogida de lo experimentado anteriormente se realiza como ya dije antes, mediante la escritura automática, la pintura, el dibujo, la palabra o la danza. Así evocamos la experiencia efímera, le damos forma, o también podemos usar este dar forma para seguir con el flujo de la experiencia simplemente cambiando el vehículo de expresión.

En la última parte de una sesión de este tipo se rescatan los materiales más relevantes y conectados con la vivencia de cada persona en su Movimiento Auténtico. Y con ellos se proponen diferentes maneras de jugar e improvisar para que de la manera más orgánica se vaya creando una composición instantánea individual o grupal, la cual si se quiere se puede ir fijando hasta construir una pieza creativa. En este momento, intentamos no condicionar el proceso hacia la creación, sino que dirigimos la experiencia para que la vivencia pueda trasladarse desde lo íntimo a la exposición. Para que esto se pueda llevar a cabo hay un trabajo respetuoso, lento y progresivo. Grupo y testigo (persona que lleva la sesión) funcionan como espejo.

Como persona que dirige la experiencia, se requiere de una gran escucha para poder acompañar en el proceso a cada uno y al grupo con mucho respeto. Para que sea posible recoger el impulso creativo en sus diferentes formas de expresión (mayormente movimiento, pero también poética y gráfico plástica) y con ello poder darle forma, y conseguir una experiencia integrada, que pueda ser puesta en el exterior.

Los objetivos en este tipo de sesión o laboratorio es mostrar un modelo de proceso de creación y permitir a cada participante acercarse e inspirarse en su propia forma de moverse. Y que desde aquí ellos mismos sean los generadores de la materia prima en movimiento, respetando las particularidades y personalidad de cada persona.

La intención es que cada participante pueda conseguir una vida más plena desde la ampliación de su conciencia corporal, y que a través del Movimiento Auténtico entren en un trabajo de autoconocimiento y desarrollo personal. Trabajar con personas sin experiencia en las artes escénicas desde este enfoque de Movimiento Auténtico y Creación ofrece un enriquecimiento, como persona y como creadoras de su propia vida. Una recuperación de todo su potencial creativo.

Estas sesiones son para encontrarse con la sorpresa, lo nuevo, lo que hay, lo auténtico. Para ser cada vez más conscientes del movimiento que se genera de forma mecánica o por una exigencia mental y del movimiento que surge desde un impulso corporal espontaneo donde hay entrega a lo que emerja, a lo que hay, sin juicio y con una vivencia de ser un ser integrado cuerpo mente.

“Movimiento Auténtico es un camino más – el Tao del cuerpo – un camino que puede guiarnos hacia la unión y la integridad, cualquiera sea su origen o forma de energía, a medida que esta impregna el tiempo y el espacio de nuestras vidas” (Mary Whithouse, 1958. “The Tao of the body”).

Añado a continuación para cerrar, las palabras de una alumna, Laura Prats, en proceso de Movimiento autentico conmigo.

Quan entro en moviment autèntic sento que el temps s’atura…
la mirada entra cap a dins i m’entrego al silenci…
sento la presència d’algú que m’acompanya fent de testimoni
i això em dona seguretat i sentit a l’experiència
un moment per aturar el ritme i el so de la quotidianitat i esperar…
esperar a que el moviment neixi sense fer res…
esperar a que alguna part de mi em faci moure…
deixar-me portar per algun impuls de ben endins i viatjar pels moviments que vagin sorgint… deixant que vinguin sons, emocions, imatges, records, sentiments…
i permetent-me que tot allò que desitgi sortir i expressar-se, pugui existir
un espai per a deixar la ment, la raó i el pensament en descans…
i que sigui el cos, amb tota la seva memòria, qui pugui mostrar-se de forma atemporal
un moment de màxima intimitat…
un moment per despullar-me, per a mostrar-me sense embuts,
des de la part més fràgil a aquella més forta…
un moment per descobrir-me davant la mirada del testimoni, i dels meus propis ulls…
un moment on no hi ha res a pensar, a jutjar…
un moment on simplement em regalo el permís per a ser,
el permís per reconeixem amb tot allò que em conforma…
des d’un lloc únic i irrepetible que està en la màxima atenció del present
una pràctica que no segueix la lògica de la raó ni de la comprensió,
sinó que des de la més pura vivència
em dona petites experiències de cura, d’estima, de reconciliació…
experiències que poc a poc es van filtrant en la vivència de la quotidianitat,
ajudant-me a créixer, i a fer-me càrrec de mi mateixa.

Traducción al castellano:

Cuando entro en movimiento auténtico siento que el tiempo se para..
lamirada entra hacia dentro y me entrego al silencio…
siento la presencia de alguien que me acompaña haciendo de testigo
y esto me da seguridad y sentido en la experiencia.
un momento para parar el ritmo y el sonido de la cotidianidad y esperar…
esperar a que el movimiento nazca sin hacer nada…
esperar a que alguna parte de mi me haga mover…
dejarme llevar por algun impulso de bien adentro y viajar por los movimientos que vallan
surgiendo…dejando que vengan sonidos, emociones, imagenes, recuerdos, sentimientos…y permitirme que todo aquello que desee salir y expresarse, pueda existir
un espacio para dejar la mente, la razón y el pensamiento en descanso…
y que sea el cuerpo, con toda su memoria, que pueda mostrarse de forma atemporal
un momento de máxima intimidad…
un momento para desnudarme, para mostrarme sin mentiras,
desde la parte mas fragil a aquella mas fuerte…
un momento para descubrirme delante de la mirada del testigo, y de mis propios ojos…
un momento donde no hay nada que pensar, ni que juzgar…
un momento donde simplemente me regalo el permiso de ser,
el permiso para reconocerme en todo aquello que me conforma…
desde un lugar único e irrepetible que está en la máxima atención del presente
Una práctica que no sigue la lógica de la razón ni de la comprensión,
sino que desde la más pura vivencia
me da pequeñas experiencias de cuidado, de amor, de reconciliación…
experiencias que poco a poco se van filtrando en la vivencia de la cotidianidad,
ayudandome a crecer, y a hacerme cargo de mi misma.

Quiero expresar en este artículo mi amor y respeto hacia la práctica , y mi deseo de que estas lineas inspiren e inviten a conocerla desde la experiencia. Y que desde el confiar en la sabiduría intuitiva se llene de claridad este camino nuestro llamado vida